Se acerca el primer aniversario del proyecto más contundente del Gobierno Petro. Entre críticas, desafíos y resultados queremos hacer un balance sobre ese año de “Paz Total”, que no recoja solo nudos datos sino, además, las impresiones de unos intelectuales, activistas y militantes. ¿Cómo se desarrollará el tentativo de pacificación más ambiciosos de Colombia?
Por William Kleckner
Bogotá. “La paz es el sentido de mi vida, es la esperanza de Colombia … Trabajaré para conseguir la paz verdadera y definitiva. Como nadie, como nunca”, con estas sencillas cuantas ambiciosas palabras Gustavo Petro iniciaba su primer año de Gobierno, el primer Gobierno de izquierda del país. Su primer alcance llegó el 24 de octubre de 2022 cuando el Senado aprobó el proyecto de ley 181/2022, con el cual se intentaba abrir mesas de diálogos con diferentes grupos armados. Si bien el citato proyecto de ley no era lo mismo que Petro quería, pero fue percibido como un éxito de su política.
Después de un año de Gobierno Petro, y de casi un año de esta apuesta de paz, queríamos hacer un balance sobre la situación que vive el país en el marco de la seguridad y del fin del conflicto armado. Hemos recogidos datos e informes, hablado con personas y con activistas. Hacer un balance no es solo finalizado a echar una mirada a la situación que vive nuestro país sino también entender mejor como se podría adelantar ese grande proyecto, que divide y une en el mismo tiempo al país y a sus ciudadanos.
Los Datos
Desde la “Fundación Ideas Para la Paz (FIP)” y la “Fundación Paz & Reconciliación (PARES)” hemos recogidos los datos sobre el nivel de violencia y de seguridad que vive el país. Los dos informes cubren más o menos la misma temporada: lo de la FIP llega hasta el final de julio, lo de PARES queda entre mayo y julio de 2023.
https://www.pares.com.co/_files/ugd/fca001_d0c876bbb114406ab502aff308ce5dd2.pdf
Cabe señalar una cosa antes de iniciar a evaluar los avances de ese proyecto: el nivel de seguridad del país que Petro ha tomado desde el Gobierno anterior. Todos están de acuerdo en aclarar que en la temporada del Gobierno de Duque hubo un aumento vertiginoso del nivel de violencia. Frente a esa situación ya grave, los tentativos de Petro para alcanzar la paz se presentaban de difícil éxito y los datos, como las impresiones personales, sobre el nivel de violencia en Colombia tienen que estar relacionados constantemente con esa situación.
Hay una disminución fuerte de los números de ataques contra la Fuerza Pública: por PARES hay una disminución del 52% en los primeros cinco meses de 2023 frente a la misma temporada del año pasado. Si bien el FIP tiene casi el mismo dato sobre eso (47%), por otro lado, pone la atención sobre el hecho que aumentaron los enfrentamientos entre grupos armados. Estos, si bien aumentaron ya después el Acuerdo de Paz, cabe decir que durante el primer año de Petro subieron de un 85%: la cifra más alta de la última década. Han subido los departamentos en que los grupos armados están, pero cabe decir que esa es una tendencia que lleva años. Disminuyeron los desplazamientos forzados, si bien PARES sostiene que aumentaron los casos de confinamientos en casa. Sobre los homicidios di lideres y lideresas sociales los dos informes dan datos diferentes: por PARES aumentaron levemente, por FIP, en vez, iban bajando. Hay que decir que recientemente en un informe de la Defensoría del Pueblo sostenían que el número de muertos ese año entre ese grupo fue el más alto desde el 2016. Los homicidios disminuyeron, pero subí la extorsión; los hurtos bajaron, pero aumentaron los secuestros. Y solo un tercero de la población se siente seguro en su municipio.
En una mirada general no hubo diferencia significativa desde el último año de Duque y el primer de Petro bajo el tema de la violencia.
Alcances significativos
El resultado más positivo es seguramente el cese al fuego con el ELN, empezado el 3 del mes pasado y la mesa de dialogo establecida con el aporte fundamental también de la sociedad civil. Frente a muchos obstáculos (los enfrentamientos entre esa guerrilla y los otros grupos armados; las supuestas amenazas contra el Fiscal Barbosa; los paros armados y las afectaciones a la población) esos contactos y los tentativos de acercamiento a la paz siguen. Esta es la apuesta más importante hasta ahora de la “Paz Total”.
Hace unos días hubo también acercamientos con el Estado Mayor Central (EMC). Desde el 31 de agosto hasta el 3 de ese mes se desarrolló una reunión entre delegaciones del gobierno y de la más grande de las disidencias de las FARC. Se logrará instalar una mese de diálogo y establecer un cese al fuego bilateral. Las delegaciones se reunirán el 17 de septiembre.
Siguen también los acercamientos con el Clan de Golfo, u Autodefensas Gaitanistas de Colombia, a pesar del hecho que el pasado cese al fuego fue suspendido por el Gobierno después de un ataque de ese grupo armado contra Policía el pasado 19 de marzo. Todavía no se lograron resultados.
Se instalaron también mesas de diálogos con bandas criminales de ciudad, como los Shottas y los Espartanos de Buenaventura (Valle del Cauca) y diferentes bandas criminales de Medellín. Aquí el discurso se hace más difícil, no solo por la dificultad de instalar mesas de diálogos con grupos que no son políticos sino criminales, pero por mayoría porqué faltan las herramientas jurídicas para adelantar un proyecto así ambicioso como lo de pacificar la violencia callejera. “No estamos con la ley de sometimiento, tenemos claro que necesitamos una ley diferente, con justicia restaurativa, donde nos encontremos en un punto víctimas y victimario. La gente tiene que entender que no sólo es el castigo, el señalamiento, la represión, esa no es la solución[1]” declaró un exponente de las bandas criminales del Valle de Aburrá que el 2 de junio instalaron una mesa de dialogo con el Gobierno.
Opiniones y balances sobre la “Paz Total”
Francisco Daza, de la Fundación PARES, nos ha contado eso:
“El proyecto tiene muchas virtudes y no sería “paz total” solo como paz con grupos armados sino garantizar una vida digna y sin violencia en Colombia. Es un proyecto ambicioso y claramente necesitará de más de cuatro años para alcanzar resultados significativos.
Pero en esos años el Gobierno tiene que clarificar más cuales serían los resultados que se puedan sacar en su temporada. Una, por ejemplo, sería firmar la paz con el ELN. Claramente sería una paz parcial, no una paz total, pero adelantaría el proyecto general. La apuesta es que se pueda apalancar el proceso de la mejor forma para llevar a buen término, pero también reconociendo que podría pasar que no se consigue esa totalidad”.
Hemos puestos unas preguntas también a Fernando Cuervo, presidente de la Corporación Arco Iris.
¿Qué opináis del proyecto del actual Gobierno de “Paz Total”?
“Nosotros preferíamos hablar de paz completa no de paz total. Porqué hay unos procesos complejos con diferentes grupos, que operan en manera diferentes y que surgen de realidades diferentes. Pero todos se quedan bajo el marco del conflicto armado y de su solución: la paz. Pero la paz como medio para desarrollar nuestro país, para sacarlo de sus retrasos económicos.
Hay avances importantes. El mayor seguramente es la mesa de diálogo con el ELN. Eso es un proceso diferente desde los otros porqués se establecieron zonas humanitarias y porqué no es una mesa de dialogo en que antes se firma un acuerdo y después se actúa, sino que se desarrolla de momento en momento. Hay que pactar también con grupos que no son políticos, como el Clan del Golfo u las bandas callejeras de Medellín, pero ese proceso va a ser diferente y tiene que solucionarse bajo una ley de sometimiento”.
¿Cuáles son los obstáculos más difíciles para el cumplimiento de ese proyecto?
“Por el hecho que los pasados acuerdos no se cumplieron, seguramente hay mucha desconfianza hacía la sinceridad del Estado y de la élite en solucionar los conflictos en manera política. Además, tenemos un problema con la verdad, en el sentido que muchos sectores no quieren aclarar la verdad porqué esa los afectarías. Pero estoy convicto que no hay otra alternativa si queremos sacar nuestro país de eso conflicto que nos afecta hace años”.
¿Si pudieras dar unos consejos al Gobierno para mejorar ese proyecto que le dirías?
“Insistir mucho sobre la reforma agraria y, además, sobre la reforma política. Buscar también una reconciliación nacional que pase por la aclaración de la verdad, que no significa impunidad. Y, por último, solucionar el problema del narcotráfico, teniendo en cuenta que eso se puede solucionar solo de manera internacional, es decir, con un acuerdo bilateral por ejemplo con EE. UU.”.
Hemos hablado también con un misionario extranjero (él quiere quedarse bajo anonimato por cuestiones que afectan su seguridad física) que lleva años trabajando en Colombia, especialmente en los barrios populares de Bogotá, pero que ha vivido y trabajado en todos los departamentos más afectados por el conflicto armado. Eso es lo que nos ha dicho:
“En principio hay que aclarar dos cosas. La primera es que la novedad más contundente de ese Gobierno no son las ideas u las personas sino el hecho que es la manifestación, sencilla y clara, de una voluntad de cambiamiento expresada por el pueblo, cansado de la oligarquía que ha gobernado ese país por más de sesenta años. La otra es que esa oligarquía, si bien perdió las elecciones, todavía tiene mucho poder, a través de la prensa, de sus contactos en las FF. AA. y de su posición económica. Para llegar a hablar del proceso de paz total, seguramente es un proceso interesante y ambicioso pero que enfrenta muchos obstáculos, de interior como de exterior al país, y que no puede desarrollarse rápidamente. Para que tenga éxito hay que la gente lo lleve adelante, no solo el Gobierno u los grupos armados.
Además, no se puede solucionar un conflicto armado que lleva sesenta años solo con mesas de diálogos, sino creando verdaderas y reales alternativas para toda la gente que está involucrada en comercios u grupos ilegales. Quiero decir: no hay solo gente rica que se aprovecha de esos comercios, sino también pobres que no tienen otras alternativas para vivir que trabajar en el trafico de drogas, en las minerías ilegales ecc. Hay que convencer primariamente esa gente que tienen una alternativa a esos oficios. Y eso es el paso más ambicioso y difícil de todo ese proyecto, porqué hay muchas sospechas por parte del pueblo hacía las soluciones gobernativas al conflicto armado”.
[1] https://www.elespectador.com/colombia-20/paz-y-memoria/bandas-criminales-de-medellin-y-aburra-rechazan-ley-de-sometimiento-de-gustavo-petro-paz-total/