Foto: Contagio radio
Por: Wendy Ramos – JUSTAPAZ
“Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede
cambiar el mundo” Eduardo Galeano
Las actuales problemáticas sociales, culturales, económicas y políticas en Colombia y América Latina nos invitan a re-pensar las formas como estamos comunicando, la inspiración de nuevas utopías que nacen desde la sociedad civil y los movimientos sociales, nos invitan a recordar que comunicar para la paz es un
compromiso político, social, cultural y ético, necesario e importante en este momento coyuntural.
Debemos pensar una comunicación intencionada hacia el empoderamiento activo de la ciudadanía, que genere espacios críticos como sujetos y sujetas de derechos frente a una dinámica de transición hacia la paz y pensarnos como un país con fuertes apuestas hacia la transformación y una cultura de la reconciliación. Pero ¿Cómo nos pensamos esta visión alternativa de mundo?
Son diferentes los caminos…
Primero, es importante revisar qué estamos haciendo para comunicar para la paz.
¿Tenemos conciencia del rol de los medios dominantes? El mismo Chomsky y diferentes teorías de la comunicación nos han alertado sobre cómo estos medios de poder tienen el arte de interrumpir el pensamiento alternativo y el sentido crítico de la ciudadanía.
Y allí está nuestro primer desafío:
debemos empoderar a las personas y visibilizar aquellas voces históricamente opacadas, informar con
veracidad y no tener miedo a contrastar las voces que no siempre pensarán igual que nosotras/os.
Revisemos nuestras prácticas de cara al contexto, apostemos a la innovación y a nuevas estrategias comunicativas que nos permitan producir sentido y re-significarlo. Desafiemos nuestros formatos y formas de comunicar, revisemos si lo tradicional sigue siendo vigente, no olvidemos que la comunicación es un actor social con incidencia y que la comunicación para la paz es dinámica y necesita encontrar nuevas rutas desde una mirada crítica y analítica.
Valdría la pena recoger una de las bases metodológicas de la educación popular, Freire nos enseñó a ver el contexto, escudriñarlo, luego a juzgarlo, haciendo un análisis juicioso y profundo y luego a actuar, y es allí donde estamos llamados a generar nuevas estrategias de comunicación innovadoras en creación colectiva de compromisos para transformar la realidad.
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Por otra parte, hacer comunicación para la paz es un aprendizaje colectivo, que difícilmente sea viable si se hace individualmente. Es importante apostar a realizar un trabajo articulado –que en algunas oportunidades, los egos lo dificultan– Sin embargo, los medios de comunicación y las herramientas para comunicar para la paz tienen el poder de tender puentes entre diversas experiencias, es un deber pensarnos en conjunto, abonar esfuerzos nunca será una pérdida de tiempo y por el contrario dinamiza y cataliza las apuestas de creer que sí es posible un país en paz, desde la educación y la comunicación movilizadora, alternativa, participativa y ciudadana.
La invitación final, es a abrir espacios comunicativos de diálogo e integración que recojan las estructuras simbólicas en las que la sociedad ve, interpreta y vive las realidades y problemáticas para transformarlas, apostemos a democratizar la palabra y hagamos de ella una herramienta de transformación.
Desde la terquedad no dejemos de hacer cosas pequeñas pensando en grande, innovemos y hagámoslo en conjunto. Pensémonos desde lo alternativo, seamos protagonistas y hagamos protagonistas a los indignados/as. Gritemos fuerte y demostremos a las estructuras de dominación que la transformación se hace con las personas, resistiremos… y la comunicación para la paz es la mejor herramienta para hacerlo posible.
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