La lideresa chocoana Elizabeth Moreno es la defensora del año, la Fundación Joel Sierra, ganó en la categoría proceso colectivo acompañante y Doria Yanette Bautista Montañez el reconocimiento “A toda una vida”. La agrupación colombiana Doctor Krápula amenizó la ceremonia.
Por Carolina Toro Leyva, Contagio Radio
Es una tarde soleada en Bogotá y el auditorio del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación de Bogotá se prepara para recibir a los asistentes a la décima segunda entrega del Premio Nacional de los Derechos Humanos 2023, enfocado, para esta edición, en la búsqueda de la paz, la justicia, la equidad y el respeto por la dignidad humana que han realizado los y las defensoras de derechos humanos en el país.
Empezamos un poco retrasados y el auditorio está lleno. Los organizadores hacen una introducción reconociendo los logros y sacrificios de aquellos que han liderado diferentes iniciativas en defensa de los derechos humanos. Luego hay otras intervenciones como la de Gilles Bertrand, embajador de la Unión Europea en Colombia; la de Juan Carlos Monge, delegado de la Oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Colombia y Danilo Rueda, Alto Comisionado para la Paz.
“Quieren formalizar las muertes violentas, el que piense diferente pues que lo desaparezcan (…) no disparen estamos desarmados, no queremos ser víctimas del Estado”, dice una de las canciones del Doctor Krápula, el grupo de rock que ameniza el encuentro en medio de un auditorio lleno de humo, gritos y aplausos.
Arranca la lectura de los ganadores. En la modalidad de defensora del año el máximo premio se lo llevó Elizabeth Moreno Barco “Chava”, lideresa del río San Juan en Chocó y antigua representante legal del Consejo Comunitario General del San Juan (Acadesan), una organización étnico-territorial de la que fue su representante legal por dos periodos consecutivos hasta este año, siendo la primera mujer en ostentar dicho cargo. Actualmente Moreno integra la dirección del Foro Interétnico Solidaridad Chocó.
“Ser líder no es algo que se construya solo, siempre está la familia y personas que acompañan”, declaró Moreno, agradeciendo a la cooperación internacional y la iglesia católica por el acompañamiento que han dado a sus comunidades. “Este premio es el legado de esos líderes y lideresas que hoy no están con nosotros (…) Es de gran importancia defender la vida, ese es el compromiso que tenemos”.
Agregó que el proceso organizativo que ella lidera nace precisamente por la defensa de la vida y el territorio para las poblaciones afrodescendientes. “Es una lucha que ha venido dándose de generación en generación, trabajando por el beneficio de nuestras comunidades”, dijo.
En la categoría de colectivo u ONG acompañante lo ganadores fueron la Fundación de Derechos Humanos Joel Sierra, del departamento de Arauca, que ajusta tres décadas denunciando crímenes de Estado y el paramilitarismo en esa región del país. Su trabajo también ha sido por la defensa, promoción y formación de los derechos humanos y el Derecho Internacional Humanitario en Arauca.
Sonia Milena López, quien asistió por la Fundación a recibir el premio, aseguró que el reconocimiento era para “el heroico pueblo araucano y del Centro Oriente, hombres y mujeres que en un foro en 1994 proyectaron esta fundación, que lleva por nombre un homenaje a un compañero campesino desaparecido y masacrado por las fuerzas estatales. A la memoria de él, pero también demuchos más hombres y mujeres que han caído a lo largo de estos 29 años de lucha, a los que han pasado por las cárceles, a los que están y a los que nos arrebataron violentamente”.
Durante su trayectoria, gestionó la implementación de medidas de protección para liderazgos campesinos, indígenas, estudiantiles y ha acompañado a las víctimas de judicializaciones y a familiares de víctimas de ejecuciones extrajudiciales de esa zona del país.
La ganadora al reconocimiento de toda una vida fue para Doria Yanette Bautista, abogada y directora de la Fundación Nidya Erika Bautista, dedicada a la búsqueda de desaparecidos en el país. Bautista se quebró al pronunciar el nombre de su hermana Nidya Erika, desaparecida por el Ejército Nacional en 1987. “Este premio es para seguir soñando con una Colombia sin desaparecidos, sin impunidad, sin madres esperando a sus hijos por una ventana: una Colombia sin huérfanos por culpa de la desaparición forzada”, dijo.
Desde el 30 de agosto de 1987, cuando desaparecieron a Nydia Érika, Doria Yannette no ha dejado de luchar por la memoria de su hermana y la defensa de la población víctima de desaparición forzada del país. “Mi lucha nació en las calles porque ahí fue donde acudí para repartir los volantes con las fotos de Nydia en Bogotá. Así empezó mi trayectoria y de ahí, fui aprendiendo y combinando los sentimientos de amor por Nydia Érika, que se convirtió en el amor por los desaparecidos”, manifestó
En la categoría de proceso social comunitario el galardón fue para el Consejo Nacional de Paz Afrocolombiano (CONPA). El ex procurador étnico Richard Moreno, quién hace parte de esa organización, declaró al recibir el premio que asumían “un mayor nivel de compromiso por la dignidad de nuestro pueblo y por la paz de los territorios”.
“Creemos que vivir en este país sin violencia es posible, creemos que defender los derechos humanos también es defender la dignidad de los pueblos”. El Consejo Nacional de Paz Afrocolombiano (CONPA) se creó en 2015 como un acuerdo entre 13 organizaciones del pueblo negro, afrocolombiano, raizal y palenquero para la defensa de sus derechos y una vida digna en el país.
Moreno aseguró durante su intervención al recibir el premio que “el CONPA seguirá trabajando para hacerle a entender a los grupos armados que hay una oportunidad de construir la paz desde los territorios, para los territorios y con los territorios”.
Al concluir vinieron los abrazos, las felicitaciones, las sonrisas y la calidez de los y las defensoras derechos humanos que estuvieron presentes en la ceremonia y que permiten soñar en que una paz es posible en este país.