Desde el 2002 la Comisión de Justicia y Paz de la mano de las comunidades de las Zonas Humanitarias del Bajo Atrato ha venido realizando un ejercicio liberador, transformante a través de las Casas de las Memorias. El pasado 22 de marzo inauguraron una en la Zona Humanitaria Nueva Esperanza, en el territorio colectivo de Jiguamiandó, por medio de una convocatoria en la cual aplicó y generaron convenio con el PNUD
Por Carolina Toro, Contagio Radio
Apartadó. El pasado 22 de marzo en la Zona Humanitaria Nueva Esperanza, en el territorio colectivo de Jiguamiandó, se inauguró la Casa de la Memoria, que más que un espacio físico es un ejercicio que se ha venido trabajando desde la Comisión de Justicia y Paz con las familias afectadas por la violencia para que a través de todo lo vivido, se pueda ir generando una transformación para dejar el odio, el rencor, y el dolor atrás; y concebir la memoria de una manera transformante.
Javier Rosero, enlace territorial de la Comisión de Justicia y paz, en entrevista con Contagio radio aseguró que ha sido un proceso con muchos retos porque ha permitido reevaluar las categorías de víctima y victimario por afectados y responsables posibilitando salir de una capsula de imposibilidad y desesperanza. Es un proceso que lleva acompañando más de una década.
“El tema es mirar el trámite de los odios, las venganzas, la reconciliación, y el perdón, que ha funcionado muchísimo pues lo que ha permitido es generar un cambio; un cambio progresivo que en el tiempo se convertirá en una transformación del individuo. Hoy se sigue invitando en el marco de la aplicación de la filosofía del amor a que nos miremos internamente y podamos leer el libro de la vida que cada uno trae para que podamos comprender nuestras acciones del pasado y del presente y tomemos decisiones que redunden en la memoria transformante y en se fortalezca el tejido social”.
Acto de inauguración de la Casa de la Memoria en la Zona Humanitaria Nueva Esperanza, en el territorio Colectivo de Juguamiandó. Foto: Javier Rosero, Enlace Territorial de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz.
Se ha observado en las comunidades, que apoya y asesora la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, que la visión de hacer un ejercicio transformante implica el reconocimiento del otro como el yo en otra circunstancia. Es así que desde el Cacarica, al Curbaradó y al Jiguamiandó, a Pedeguita y La Larga y Tumaradó as personas han tenido la experiencia de encontrase, lógicamente después de un ejercicio preparatorio previo, con responsables ex AUC, militares, empresarios implicados en el financiamiento del paramilitarismo, ex FARC para mirarse a los rostros y reconocerse como seres humanos que desean remediar y sanar los corazones y contribuir para sí, para su familia y la sociedad en la edificación paso a paso de la paz.
La iniciativa de casa de la memoria lleva alrededor de 26 años “Es un lugar multifuncional especialmente para recordar y para poder crecer y desarrollarse, en el sentido de poderse preparar en sus liderazgos analizando las problemáticas y sus dificultades para poder generar unos mecanismos que les permita poder solucionar las diferencias sin violencia, las dificultades sin agresiones en la parte interna al interior de la comunidad”, asegura Rosero.
La Comisión de Justicia y Paz ha venido trabajando las memorias transformantes con las comunidades de la cuenca de los ríos Curvaradó y Jiguamiandó. “Hemos querido trabajar con las comunidades para llegar a todos los procesos; venimos con esta iniciativa desde el 2002, desde entonces se ha venido generando esos espacios y contribuyendo a salvaguardar también elementos que son importantes en las comunidades y que sirven como prueba de lo vivido”, indicó el enlace territorial de la Comisión de Justicia y Paz.
Este ha sido un proceso con muchos retos porque ha permitido reevaluar las categorías de víctima y victimario por afectados y responsables posibilitando salir de una capsula de imposibilidad y desesperanza. Foto: Javier Rosero, Enlace Territorial de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz.
Desde estos escenarios también se han catapultado iniciativas como la Comisión Ética de la Verdad, en el 2002, que en su manera visionaria, en un encuentro internacional en Cacarica, conformaron la Comisión Ética de la verdad conformada con científicos y personalidades de moral y ética intachable quienes salvaguardan la información sensible, testimonios de los afectados que no encuentran garantías en el estamento de la justicia y quienes custodian esos testimonios hasta el día en que el estamento de confianza a la población afectada por la violencia.
En la firma del acuerdo de la paz con la FARC y el Estado, en el acápite de la Justicia Transicional se creó la Comisión de la Verdad, con sus falencias y sus limitantes entregó unos capítulos al pueblo colombiano, se sabe algo de lo que pasó, pero no en su totalidad. Son verdades a medias. El interés de promover y dar a conocer lo que pasó en los territorios dio paso a que se desarrollen convocatorias por el PNUD para promover la socialización de los capítulos con una pedagogía de museo de memoria itinerante que permite dar a conocer grosso modo lo vivido en los episodios de violencias en la historia. que hoy concluye con esta inauguración”.
Desde la comunidad también se ha venido impulsado la iniciativa de la Universidad de Paz, en donde se condensan estos aspectos que la Comisión de Justicia y Paz han venido trabajo con la comunidad bajo las líneas del perdón, la reconciliación, la memoria transformante y el derecho restaurador. Asimismo, desde este espacio se plantearon unas visitas haciendo pedagogía sobre el informe final de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad (CEV).