Este 26 de octubre cerca de 100 personas acompañaron a la Comisión de Justicia y Paz en la Cena – Subasta, en el restaurante Isabel, gastronomía colombiana, para conmemorar sus 35 años de lucha por la defensa de los derechos humanos en Colombia. Apoyaron artistas nacionales, Galería Casa Zirio, organizaciones sociales, el Chef Leonel Jaramillo y la Fundación del Área Andina.
Por Carolina Toro Leyva, Contagio Radio
Bogotá. En este 2023 la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz celebra 35 años de lucha en pro de los derechos humanos. Hace 35 años cimentó sus raíces asumiendo su misión en pro de la Justicia y la Dignidad. Es la Declaración Universal de los Derechos Humanos nuestro horizonte cuando se reconoce la igualdad ante la ley de Hombres y Mujeres.
Basamos nuestro accionar también en la Declaración de Argel sobre los Derechos de los Pueblos a su autodeterminación, y esas han sido nuestras guías en la trayectoria hemos trazados; transitando por caminos selváticos, montañas empinadas, ríos caudalosos, mares impetuosos, senderos fangosos, días calurosos y noches lluviosas. Momentos de llanto y sonrisas compartidas.
Defender los Derechos Humanos en Colombia ha sido y es para la Comisión Intereclesial de justicia y paz su misión; en esta labor ha resultado fundamental escarbar en los rincones recónditos de nuestro amado país, el verdadero rostro del horror que ha causado años y años de violencia reclamando una Justicia que compense un poco todo el daño causado y que, a su vez, libere a los afectados de la cruz del dolor y el resentimiento.
En honor a ese camino recorrido, damos gracias por lo vivido, gracias hacia todos aquellos con quienes hemos caminado, clamando por el fin de la guerra y la posibilidad de ser protagonistas de una historia que transforme el dolor en un porvenir en dignidad, alegría y fe.
Han habido avances, retrocesos pero final continua la lucha por el devenir, por hacer lo imposible posible, por la vida y por la dignidad. Es importante desatar la conciencia de libertad, de transformación que nos permita concebir lo vivido como un nuevo camino, en donde a partir de los fragmentos rotos que deja la violencia se puede construir un futuro.
En tiempos de soledad por la mentira hecha verdad, por el creciente poder de destrucción física, pero también oral de destruye todo aquello que se dice, y construir un discurso desde las inequidades de la historia, hemos resistido y levantado nuestra voz para modificar las injusticias y los desequilibrios.
También expresamos nuestra admiración por las almas guerreras que hemos acompañados y que han combatido las injusticias y los desequilibrios en medio del dolor de la guerra, de la rabia heredada, de las desigualdades, del hambre galopante, de las explotaciones de todo tipo, de los estragos forestales y animales que ha dejado más de 60 años de conflicto.
Entre esa multiplicidad de situaciones sin distinción mujeres, hombres, niños, jóvenes, mayores, negros, indígenas, mestizos; desde los barrios o veredas se sigue llamando a la vida recuperar el pensamiento, la vida que sigue pidiendo inclusión, alteridad, comprensión, compasión, solidaridad, fraternidad, escucha, contraste, cambio, memoria.
Gracias a ustedes personas, familias, comunidades que exhalan en medio de la violencia esa paz y justicia necesaria, expresión de la vida. Ustedes que traen esas verdades necesarias que son distantes para muchos, que desde la exclusión y el empobrecimiento hablan de miradas enriquecidas de solidaridad, de afecto, de indignación hechas propuestas.
Gracias a todos por seguir enseñándonos y seguimos encontrándonos en diversos espacios que dan vida a los que somos, y que desde allí nazca la paz; una auténtica construida desde los territorios, en una armonía interna bajo la luz de la justicia social y ambiental.
Gracias por permitirnos ver que hay otro sentido de esperanza en la verdad transformadora que hace justicia, que armoniza, que conduce a sociedades que comparten en círculos afectivos por la vida bella, por la vida sana de todos los seres vivos.
Gracias por estos 35 años de historia, por vivir y recordar la memoria de los están y de los que partieron. A todes los que nos han permitido ser, estar y existir; escuchándonos, acompañándonos, incluso, persiguiéndonos. Gracias, muchas gracias.