Los días 6 y 7 de octubre fue realizado en Bogotá el Encuentro Nacional de Medios Alternativos de Comunicación convocado por el Comité Nacional de Participación en el marco del proceso de paz entre el Gobierno colombiano y el ELN, Colombia Informa y Contagio Radio entrevistaron al senador Iván Cepeda, quien explicó cómo avanza el proceso de diálogo y la participación de la sociedad
¿Cómo analiza la existencia del Comité Nacional de Participación?
Es un acierto de la mesa de diálogos haberlo creado porque está cumpliendo su tarea. La tarea que le asignamos desde la mesa es que sea una especie de motor impulsor de la participación en su fase de diseño.
Y aunque no tiene un largo tiempo de actividad, el Comité ya tiene varias instancias y comisiones de trabajo, que han dado como resultado 30 procesos. 20 de los cuales son nacionales, 10 son territoriales, y que va a desplegar intensamente ese proceso en los próximos meses.
En cuanto a la articulación de las mesas de trabajo que viene realizando el Comité, ¿están ajustados en los tiempos? Existe un poco el temor sobre lo que pasará cuando se acabe este Gobierno y quizás el siguiente no tenga como la misma voluntad de paz.
Tal vez nos habremos pasado uno que otro día, pero el cronograma se está cumpliendo. Nuestra intención es que en los próximos dos meses logremos hacer todos los eventos y procesos que generen una masa crítica. Es decir, lo primero que hizo la Mesa fue invitar a 80 personas que representan a 30 sectores.
Ahora contamos con 6000 personas. ¿Por qué? Porque estos eventos tienen una dimensión de más o menos 200 personas cada uno y va a generar unos 6000 activistas, – por decirlo de alguna manera -, que van a reproducir la experiencia y que van a ser multiplicadores para que el año entrante comencemos ya con una participación multitudinaria.
Ahora, no es solamente un tema de cantidades y cifras, sino también de calidad. Nosotros comenzamos como un ejercicio de diálogo, de conversación, de propuesta, y vamos a ir pasando poco a poco a otras formas como es la participación vinculante, es decir, la pregunta de cómo el Estado local y nacional va a responder con lo que vayamos acordando, pero al mismo tiempo además en una fase que hemos llamado ejecutoria.
Es decir, la gente participa no solo en construir la propuesta, sino también en llevar a la práctica y convertir en realidad las transformaciones.
¿Qué esperan ustedes de la participación de los medios alternativos?
La pregunta que le hacemos a los medios en general, y en particular en este caso a los medios alternativos, populares y comunitarios, es: ¿Cómo ven la comunicación hoy en Colombia, no solos sobre los asuntos de la realidad nacional, sino de cara a la construcción de la paz?
¿Por qué la comunicación en Colombia está más volcada de alguna manera al conflicto armado? Y sobre todo la comunicación masiva y hegemónica, la que producen ciertos centros de poder. Entonces, la gran pregunta es si posible una comunicación distinta para la paz, que incentive la esperanza, no solamente la ilusión, sino también que nos genere posibilidades para construir la paz. Ahí hay un tema grande.
Otra pregunta que surge es: ¿Cómo es posible que tengamos las mismas exigencias o, por lo menos, exigencias muy similares para las grandes cadenas de información y para los medios comunitarios y alternativos en materia legal y en materia de cumplir ciertas formalidades?
¿Acaso no es asimétrico?, ¿no implica ya sacar del escenario a los medios alternativos? O pongámoslo de otra manera, ¿cuáles son las condiciones que debemos crear en Colombia para que la comunicación comunitaria, alternativa y de base, tenga condiciones favorables para ser sostenible en el tiempo?
Para nadie es un secreto que parte del problema de los medios alternativos es la financiación. ¿Han contemplado algún mecanismo que permita algún tipo de apoyo en ese sentido?
Precisamente, en eso consiste el ejercicio. Que sea la gente la que nos diga, dónde están las necesidades, cuáles son los grandes problemas, dónde están los obstáculos para que podamos ir elaborando con el Gobierno, con la delegación del ELN, con la comunidad internacional y con el sector privado, las soluciones.
Efectivamente, una parte de esas soluciones y problemas se ubican en el campo de la financiación y de los recursos disponibles. Y hay otros, digamos, las garantías.
Mucho se habla cuando algún periodista o alguna empresa informativa de estas que llamamos masivas es objeto de intentos de censura, pero frente a la censura diaria, cotidiana, que es lo normal frente a los comunicadores en los territorios, no hay escándalo, no hay discusión, no hay garantías.
Entonces, la pregunta es si la libertad de expresión es por niveles y por visibilidades en la sociedad. La mayor parte de los comunicadores (esto no es un secreto) han sido asesinados en lo que llamamos la provincia, en los territorios o en lugares donde se convierten en la única fuente de información distinta a las fuentes oficiales que regularmente están permeadas por los clanes políticos, las mafias, los grupos armados, las autoridades estatales corruptas. Entonces, la pregunta por la libertad de expresión territorial es una pregunta correcta.
Las iniciativas, las propuestas y las exigencias que hace la sociedad en el marco del proceso de paz, en algún momento se van a tener que encontrar con el Congreso de la República. ¿Cómo está el Congreso colombiano para responder a ese encuentro?
Queremos que sea lo menos posible. Es decir, es cierto que hay decisiones que deben pasar por el Congreso. Tendremos que crear leyes y reformas constitucionales.
Aprendimos de la experiencia del proceso de paz de 2016. Casi que empeño toda la implementación a un proceso normativo y el problema de los procesos normativos es que los acuerdos terminan siendo modificados.
Y no solamente eso, modificados una vez en el Congreso y modificados una segunda vez en la Corte Constitucional. Además, como si ese ya no fuera un problema serio, son procesos en extremo lentos. Es decir, siete años después y todavía hoy no hay leyes o proyectos de ley que estén contenidos en el acuerdo de 2016.
Entonces, lo que nos indica esa experiencia es que ojalá la mayor parte de decisiones que tomemos puedan ir por vía de decisiones ejecutivas o también de pactos. No todo tiene que ser una ley, no todo tiene que ser un decreto.
También puede haber pactos entre la sociedad, las comunidades, la empresa privada, la cooperación internacional y el Estado, por supuesto, ayudando. Pero hay que pensar esto de otra manera, no todo por la vía tan colombiana del santanderismo.
¿Cómo hacer para otro gobierno no tire por la borda los acuerdos a los que se lleguen?
La propuesta que compartimos en el Gobierno con el ELN, es que debe existir un acuerdo nacional.
Es decir, que este proceso debe ir hacia un acuerdo de todas las fuerzas políticas, sociales, económicas, que es la mejor garantía de que no pase eso.
Si estamos bajo el paraguas de un acuerdo nacional, tenemos el chance de que, como lo dijimos desde el primer momento en el proceso, la política de paz sea una política de Estado.
Además, hemos incorporado a la delegación del Gobierno una inmensa variedad de fuerzas políticas, comenzando porque incorporamos a quienes se opusieron al proceso de paz anterior. En nuestra delegación está el uribismo, es decir, sectores que en otro momento tuvieron una posición muy crítica frente al proceso de paz. Esa es una manera de ir generando condiciones para que esa continuidad sea real.
¿Cómo se va a conectar y articular este proceso de paz del ELN con el acuerdo de paz que hubo con las extintas FARC, teniendo en cuenta que hay particularidades y grandes diferencias?
Nosotros somos amigos de acumular, no de descubrir de nuevo el fuego o inventar la rueda. Lo que ya existe no necesitamos crearlo nuevamente. Si hay experiencias, procesos o instituciones que puedan ser útiles, ¿por qué no usarlas?
Pero obviamente aquí no pensamos los miembros de la delegación de Gobierno, tenemos a la delegación del ELN y por supuesto tenemos toda la disposición y apertura de escuchar cómo ven eso, porque este proceso es entre el Gobierno y el ELN, no entre el Gobierno y otros.
En este caso, si bien la sociedad participa de una manera muy activa, este proceso de paz es con la guerrilla del ELN, que es la protagonista de este proceso junto al Gobierno.
¿Cómo lograr sensibilizar a la sociedad en general sobre este proceso de participación, porque a veces la gente es escéptica frente a lo que se puede alcanzar? Y, por otro lado, ¿cuál es la agenda próxima?
Bueno, la respondo en una sola, porque ambos hacen parte del mismo asunto. Aquí vamos, en un proceso expansivo. ¿Qué llamamos el proceso expansivo? Primero la Mesa, luego el Comité Nacional de Participación, y ahora 6000 personas que van a participar en este diseño. Entonces, vamos multiplicando la participación.
¿A qué aspiramos el año entrante? A que los diseños que hagamos vinculen a miles, decenas de miles, a centenares de miles, ojalá a millones de personas. Es también cambiando la naturaleza de la participación.
No se trata, repito, solamente de propuestas. Lo voy a poner en colombiano “de carreta”, en el mejor sentido de la palabra, (sin menospreciar las muy valiosas iniciativas que tiene la gente). Pero tenemos que pasar a los hechos, a las acciones, a construir formas organizativas de la paz.
Y eso lo logramos incorporando al diseño de la participación, más que meras discusiones y diálogos. Necesitamos pasar a una fase en la cual comencemos a vincular a los nuevos gobiernos locales, al poder ejecutivo, obviamente, al poder legislativo, al ELN en los territorios, a las comunidades en los territorios, a la comunidad internacional.
¿En qué? En las transformaciones. ¿Cuáles son? Desde construir una carretera hasta transformar la comunicación en un bien público y democrático. Entonces, esa es la dinámica. Y eso es lo que estamos haciendo gradualmente.
¿Cómo lograr que en las regiones más apartadas donde la gente quiere participar, pero no puede porque hay presencia de grupos paramilitares y de disidencias?
Inicialmente, buscando rodear a la gente de garantías al máximo. El Comité Nacional de Participación creó una comisión de garantías que se encarga de ese tema en parte.
Por otra parte, este es un proceso que va paralelo a otros. El cese al fuego, la acción y dinámica humanitaria y una conversación que comenzamos a tener sobre el cese fuego entre el Estado y el ELN, pero ¿entre el ELN y los otros grupos?, y sobre lo que el ELN denuncia con el nombre de paramilitarismo ¿Qué hacemos ante eso? Entonces, todos esos son asuntos que tenemos que ir resolviendo en el mismo movimiento de ir generando las transformaciones.