Por Carolina Toro Leyva, Redacción Contagio Radio
Apenas amanece en Puerto Asís bajo un cielo encapotado, algo que agradezco, y yo ya estoy en pie. Nos recogen temprano, tenemos un largo camino hacia la Zona de Reserva Campesina Perla Amazónica. De Bogotá venimos cinco. Me tomo un tinto para arrancar el día y nos dirigimos al puerto. Ya en la orilla del río me sorprendo de lo seco que está.
Me subo al bote e iniciamos el recorrido de casi dos horas, me gusta el suave murmullo del agua que evoca tiempos tranquilos, lejos del bullicio de la ciudad. Acá se respira otro aire y la mirada solo ve verdes de diversos matices que se esconden y fluyen con el vaivén del viento. Los diversos trinares de los pájaros teje un nuevo alfabeto entre el cielo y la tierra.
A medida que nos acercamos a la zona de reserva campesina me maravillo de pensar que pese a la violencia que persiste hay un grupo de campesinos que han defendido este espacio al que vamos, con un fuerte compromiso por la defensa de la biodiversidad del territorio, por el desarrollo sostenible y por el bienestar de las familias campesinas de las 23 veredas que conforman esa reserva campesina de casi 23 mil hectáreas en la cual habitan alrededor de 800 familias.
“No es fácil, pero es una lucha que decidimos dar desde hace 23 años. Y este encuentro de jóvenes nos permite trabajar con las generaciones futuras para que aprecien lo que tiene”, me comenta Jani Silva, directora de ADISPA (Asociación de Desarrollo Integral Sostenible) organización comunitaria responsable del proceso de reactivación de la Perla Amazónica, mientras hacemos el recorrido.
Y es que lo que vamos en este bote, y otros más que están por venir, venimos a compartir tres días (entre el 20 y el 22 de octubre) en el encuentro de jóvenes en la ZRC Perla Amazónica. Esta integración de niños, niñas y jóvenes de todas las edades y de las diferentes veredas es una forma de fortalecer el tejido social y el sentido de pertenencia de los habitantes de la región. Participaron cerca de 200 personas.
Ya en puerto, nos reciben unas escaleras largas y el sol empieza a calentar. Yo estoy embadurnada de protector y repelente. Ayudo a cargar bolsas y trastes para atender a los jóvenes que llegaron ese primer día, cerca de 200, de las diferentes veredas que hacen parte de la zona de reserva campesina.
Hay una actividad rompe hielos. Luego los jóvenes participaron en las actividades propuestas que tenían como objetivo construir, sentir y pensarse su proyecto de vida en el territorio, desde la diversidad de sus vidas y la posibilidad de la construcción colectiva. Allí pudieron mostraron las ganas que tienen por hacer nuevas cosas y construir desde sus territorios.
Ya se oculta el sol. Y las estrellas, de a poco, inundan todo el panorama. Lo niños, niñas y jóvenes disfrutan de una película; mientras los adultos de la tranquilidad del lugar. Me voy a descansar con el suave murmullo de los grillos. Mañana hay una larga jornada.
Después de un rico desayuno con un café bien cargado, pero un poco frío, arrancamos con varias presentaciones artísticas y luego reflexiones grupales, en las cuales los jóvenes pudieron identificar las riquezas de su territorio, contrastarlas con la de otros jóvenes en otros espacios que estuvieron presentes como la Pedregosa (Cajibío, Cauca), Colectivo Casa Cultural de Potosí (Ciudad Bolívar) y chic@s de la Primera línea y plasmar su sentir frente a las problemáticas presentes en sus comunidades.
Durante estos tres días los niños, niñas y jóvenes dejaron sus huellas, y se expresaron a través de música, poemas, bailes y caminatas por su territorio y sus sentires. Las actividades estuvieron apoyadas por la Asociación de Desarrollo Integral Sostenible (ADISPA), y la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz. También hubo acompañamiento internacional.
El tiempo para el esparcimiento estuvo en la casa del terror y el cine bajo las estrellas, en donde los jóvenes se conectaron con alegría, diversión y protección territorial. Con estos encuentros y espacios, se busca brindar herramientas que permitan a niños, niñas y jóvenes continuar en su lucha por la defensa del ambiente, la preservación de su territorio y los saberes y cultura campesina.
El tiempo fluye apacible, como el agua del río, y ya estamos en el último día. Esa mañana antes de regresar, vamos a avistar aves. En esta zona hay una increíble belleza. Es de recordar que Colombia cuenta con el 20% de las aves del mundo, además, recibe hasta 127 aves migratorias. Compartimos los binoculares. También visitamos las colmenas de abejas meliponas (sin aguijón) especies endémicas, que están siendo recuperadas dentro de la ZRC Perla Amazónica.
Terminamos la jornada con una obra de teatro y un baño en el río, que le viene muy bien al asfixiante calor. Empacamos todo y volvemos al bote. De a poco ya todo es un recuerdo que se lleva el murmullo del río y el cantar de las aves. Espero regresar a este paraíso que, enhorabuena, la mano del hombre busca preservar.
Proyectos productivos
ADISPA además viene incentivando una serie de proyectos productivos que aportan a la recuperación de la flora y fauna nativa del territorio que se ha perdido o deteriorado a causa de la ganadería extensiva, las aspersiones con glifosato y las exploraciones u explotaciones petroleras; permitiéndoles aportar en el cuidado de la Amazonía.
En un primer momento surgió el vivero Tierra Nueva, donde se cultivan especies nativas de plantas, que tiene como propósito realizar un proceso de reforestación a la orilla del rio Putumayo, para hacerle frente a las crecientes en épocas de lluvia, y poder recuperar la vegetación que se encontraba a la orilla del rio que se ha perdido a lo largo de los años.
De igual forma, este no es el único proyecto que se lleva a cabo. Las comunidades de la ZRCPA vienen realizando la recuperación de colmenas de abejas meliponas especies endémicas que se han visto reducidas en gran proporción a causa de las aspersiones y la tala de plantas y vegetación que es la principal fuente de alimento. En este proceso hay una participación activa de los niños y niñas, quienes pueden hacer el manejo de las diferentes especies de abejas nativas y la recolección de su miel, ya que no representan riesgo al no tener aguijón.
Problemáticas
Este tipo de iniciativas, además del mapeo y reconocimiento de especies endémicas; se ha venido realizando con el fin de recuperar y proteger la biodiversidad amazónica, debido a las problemáticas que se han presentado a lo largo de los años. En este momento hay una gran inconformidad con las empresas petroleras, quienes afirman los habitantes del Putumayo, han afectado en gran medida la flora, fauna y agua del territorio andino amazónico.
La continuidad de los proyectos petroleros en territorio de la Amazonía, compromete seriamente el futuro del llamado pulmón del mundo, dado que dañan y causan un grave impacto al ambiente. Estas tareas por salvaguardar el territorio se vuelven más difíciles con la presencia de los grupos armados, quienes en algunos casos amedrentan y presionan a la población.
La zona de reserva que está conformada por las 23 veredas de Agualongo, Alea, Angostura, Bajo Cuembí, Bajo Mansoyá, Bajo Lorenzó, Baldío, Belén, Bocana del Cuembí, Buen Samaritano, Camios, Comandante, Chufiyá, Guadalupe, Juvenil, La Española, La Frontera, La Piña, La Rosa, Puerto Playa, San Salvador, Sevilla y Toayá.