Foto: Giorgia Meloni agradece Italia (Guglielmo Mangiapane/Reuters)
El 25 septiembre 2022 el pueblo italiano ha sido llamado para votar. Es una fecha que muchos italianos habían esperado luego de la caída del gobierno liderado por el expresidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, el pasado 21 julio. A pesar de eso, la participación electoral ha sido la más baja de la historia republicana, alrededor del 64%.
Un ojo a los porcentajes, el poder del abstencionismo
Con 9 puntos porcentuales menos que la del 2018 (correspondientes a circa 5 millones de votantes), la participación tan baja preocupa todos los partidos, conscientes que esto haya contribuido de manera importante a configurar los resultados.
Parece bastante evidente que el numero de votantes en Italia divide la nación en dos: de la capital, Roma, que se encuentra en el centro, hacia el norte la media asciende aproximadamente al 67%, mientras hacia el sur se reduce drásticamente, alrededor del 53%.
Lorenzo Pregliasco, un estatista de la agencia de encuestas, llama la atención al hecho que con el mismo número de votantes que hoy ha permitido a Hermanos de Italia de ganar (12 millones), en 2008 el Partido Democrático había perdido míseramente.
Hermanos de Italia, una herencia alarmante
Giorgia Meloni es la primera mujer de la historia republicana italiana que supuestamente devendrá presidenta del Consejo de Ministros, o sea, la máxima jefe del estado junto al Presidente de la República, actualmente el Presidente Sergio Mattarella. Este último será, de hecho, el que pondrá en marcha el nuevo gobierno. Lo que preocupa es el origen del partido de Giorgia Meloni.
Italia es uno de los países fundadores de la Unión Europea y lo que deja perplejos tanto a una parte notable de italianos como a muchos lideres europeos es que la recién elegida Giorgia Meloni nunca desconoció públicamente el fascismo o sus lazos con esta ideología. Es notorio que en el centro de su propaganda está la tutela de una familia tradicional, y otros modelos no son realmente considerados; el tema de la ayuda social a los más débiles rara vez fue tocado, pero se demostró claramente restrictiva contra la inmigración y regresiva sobre las conquistas sociales de las mujeres, en particular respecto al derecho al aborto.
Otra preocupación está en los dos socios gracias a quienes «Hermanos de Italia» pudo conquistar la mayoría de los puestos en el Parlamento italiano: la Liga de Matteo Salvini, que pasó de más del 30% durante las antecedentes elecciones, a poco más del 8%; y Silvio Berlusconi, que asciende apenas al 8%. Se trata solamente de acuerdos de interés, como es claro que entre Meloni y Salvini hay mala sangre, y que Berlusconi ya va de salida.
¿Cómo pudo pasar?
Lo que permitió a los partidos de derecha de ganar de manera aplastante ha sido la desunión de la izquierda italiana, formada por el Partido Democrático y dos partidos menores, que apenas quedaron al 3%. Junto a la nueva ley electoral, que benefició ampliamente los partidos de Meloni, Salvini y Berlusconi.
El Movimiento Cinco Estrellas se derrumbó, llegando a 15%, menos de la mitad comparada a las últimas elecciones. Otro fragmento nacido de la separación del PD es la coalición Acción y Italia Viva, que ganó un poco más del 8%.
Sin embargo, la incapacidad de la izquierda para crear alianzas, y además después de años de decepciones en su presencia y propuestas políticas, ha llevado el país al regreso de la derecha conservadora, comandada por una mujer que a menudo gritó contra las clases más débiles de la sociedad, invocando a un Italia fuerte y nacionalista.
El futuro del país, y de la Unión Europea – en el marco de la guerra entre Rusia y Ucrania, tras a la salida del Reino Unido y la victoria de la derecha en Suecia –, nunca ha sido más incierto. Naturalmente, todavía todo está por verse.