Por: Cielo Rusinque
Mucho se ha cuestionado en los últimos días sobre el lugar que ocupa el feminismo en el movimiento político Colombia Humana, con ocasión de la renuncia de Ángela María Robledo.
He seguido con atención a quienes han protagonizado este debate desde el 2019 y la respuesta parece centrarse en una narrativa que nos enfrasca en una discusión estéril en la que haber apoyado la candidatura de Hollman Morris, pese a las denuncias en su contra por violencia de género, implicaba una falta de compromiso con la agenda feminista y el no haber obedecido a la demanda de veto al excandidato a la Alcaldía por parte de la excandidata a la vicepresidencia, denotaba una falta de espacio político de participación e incluso de maltrato, en su contra.
En cuanto al primer aspecto, quiero aclarar que hice parte de quienes consideró inviable en primer momento la candidatura de Morris, no obstante, un análisis juicioso de las denuncias de abuso a él endilgadas, junto a todo el contexto político que las rodearon me llevaron a apoyarlo, decisión de la cual no me arrepiento. Es oportuno recordar que el aval para la Alcaldía a pesar de dichas denuncias, le había sido otorgado por el Partido MAIS luego de un amplio proceso deliberativo al interior de ese movimiento y que Colombia Humana privilegió hasta el último momento la candidatura de Ángela María Robledo, a quien también se le había propuesto como segunda opción liderar la lista para el Concejo.
Fue entonces, la declinación de esta invitación por parte Robledo, la negativa de último minuto de Claudia López de abanderar un pacto político basado en acuerdos programáticos, y ante la inminencia de las inscripciones para Alcaldía sin que el movimiento contara con otra opción que abanderara sus compromisos – Metro Subterráneo, fortalecimiento de Salud y educación públicas, entre otros- que se optó por el apoyo a Morris, a pesar de la campaña de desprestigio que venía siendo adelantada en su contra y que a todas luces tenia tintes políticos marcados por la injerencia del uribismo.
Entrevista especial: Ángela María Robledo, representante a la Cámara
Vale destacar, que, a pesar de la adversidad, de los escasos recursos con que se contó en la campaña política y de no contar con el apoyo de grupos económicos, a diferencia de los otros candidatos, Morris logró el respaldo de miles de mujeres del movimiento entre las que me cuento, logrando más de medio millón de votos que no son un capital político menospreciable, pues logro consolidar a pesar de todo, la fuerza de un movimiento comprometido verdaderamente en la lucha contra la corrupción y en la defensa de lo público.
El tiempo nos demostró que superar el funesto modelo de movilidad de Peñalosa, así como su apuesta neoliberal en temas tan vitales como la salud y la educación, nunca fueron prioridad del gobierno de Claudia López.
El derrotero feminista inscrito en el programa de gobierno del 2018 no dependía de la permanencia de Ángela María Robledo en el movimiento. Dicho programa contempla:
- 1) Un firme compromiso con la igualdad.
- 2) Cero tolerancias contra la violencia de género (prevención, atención y sanción a victimarios), como prioridad central del gobierno.
- 3) Acceso equitativo a los cargos en el gobierno y a las listas para elección a concejos, asambleas y congreso en las que hombres y mujeres deberían compartir alternadamente los puestos.
- 4) Trabajo sin discriminación para las mujeres, priorizando el trabajo de las mujeres rurales y cabeza de familia.
- 5) Una maternidad digna y segura, con extensión de la maternidad a 24 semanas y garantías de protección integral.
- 6) Igualdad de derechos entre hombres y mujeres en materia de salud, planificación, educación, vivienda, propiedad y herencia y
- 7) Reconocimiento económico del cuidado ejercido por las mujeres.
La pujanza y diversidad del feminismo en Colombia Humana, se demuestra por otra parte en el trabajo de miles de lideresas comprometidas con la defensa de los derechos humanos, los recursos naturales y los derechos sociales, económicos, políticos y culturales en sus territorios.
Uno de los principales desafíos del movimiento consiste en proporcionar condiciones de participación política igualitaria a todas estas mujeres, dado que su trabajo suele ser infortunadamente invisibilizado y lejos está de representarlo políticamente, un puñado de mujeres dando línea desde la comodidad en Bogotá y con el amplificador que en condiciones de inequidad brindan a solo a algunas mujeres, los medios y las redes sociales. Al día de hoy quienes con más ahínco critican las falencias del feminismo en la Colombia Humana, son personas que abandonaron sin mayor explicación nuestro proyecto político, para apoyar sin reservas el de Claudia López, sin haber mediado un espacio de discusión interna ni hasta el día de hoy haber hecho un mínimo ejercicio de auto-critica.
Paradójicamente, varias de ellas que hoy hacen parte de la administración López, coordinaban comités y nodos encargados de construir esas herramientas que al día de hoy no tenemos y que era su obligación haber construido.
Ahora bien, el compromiso con la agenda feminista en Colombia Humana se materializó en las pasadas elecciones al Concejo y su coherencia y permanencia se ve reflejada tanto en el compromiso de sacar adelante -a pesar de las dificultades de no contar con personería jurídica-, un protocolo contra la violencia de género, como en la determinación de procurar una lista no solo paritaria sino alternada que permita llegar en igualdad de escaños con los hombres a las mujeres al Congreso, articulando, como es propio de un movimiento progresista, la lucha popular a la lucha feminista.
No obstante, lo anterior, hay algo que parecen olvidar muchos de quienes han querido convertir el feminismo en “el talón de Aquiles del movimiento”.
Esos compromisos adquiridos, aparte de los que conciernen las garantías de participación política, están diseñados para poder ser cumplidos cabalmente una vez Colombia Humana sea gobierno. Así como una Constitución necesita leyes para ser aplicada, los deseos y los programas no materializan derechos. Un programa de gobierno, necesita para ser implementado una agenda legislativa y unas políticas públicas orientadas a cumplir los cometidos en él, establecidos.
No hay ambigüedades en el compromiso con la agenda feminista; esas banderas las seguiremos ondeando cientos de miles de mujeres que apostamos con firmeza al proyecto político de Colombia Humana. Es demasiado reduccionista estar especulando hasta sobre los likes de un líder político, para inferir barata y mezquinamente que en un movimiento reina el machismo y el maltrato.
Colombia Humana no es gobierno, no tiene personería jurídica, pero es el movimiento político al que más exigencias hacen, una buena señal a larga ¡Al árbol que da más frutos, es al que más se le tiran piedras!