Lucy Oviedo. Fotografía Erika Coronado / Contagio Radio.
En la mañana del viernes 26 de agosto la familia Oviedo Bonilla se reencontró con su hermana, madre y esposa, Lucy Oviedo, quien fue desaparecida en medio de la retoma del Palacio de Justicia el 6 y 7 de noviembre de 1985.
Lucy Oviedo era una joven de 23 años, madre de dos hijos, esposa de Jairo Arias y la más pequeña de seis hijos e hijas. Contrarío a lo que se dijo hace 37 años, casi 38, no hacía parte de la guerrilla del M-19, sino que asistía a una entrevista laboral el día en que el Palacio ardió en pleno centro de Bogotá.
Y aunque la entrega -de una parte de Lucy- trae un alivio a sus hermanas, hijos y demás familiares, ellas y ellos señalan que es una entrega inconclusa y no solo por los restos que no se han encontrado o no se han querido encontrar, sino también por la falta de verdad que ha existido durante todo este tiempo.
«Empezó la vida temprano, como que sabía que la vida no iba a ser tan larga»
Junto a familiares y amigos que acompañaron la entrega digna que se desarrolló en el Parque Cementerio Jardines La Milagrosa en Ibagué, Tolima, las hermanas Oviedo Bonilla nos comentaron cómo recuerdan a Lucy, recuerdos que han transitado de una generación a otra y se evidenciaron en las lágrimas de uno de los pequeños nietos de Lucy, quien a pesar de no conocerla lamentó su ausencia.
Lucy fue nuestra hermana menor, particularmente fue mi compañerita de juegos en mi infancia, y pues toda la vida la he extrañado (…) Seguimos esperando las promesas de que nos van a decir la verdad porque no es justo en el estado en que encontramos cinco vértebras diseminadas por allá en el cementerio del Sur, eso quiere decir que estuvo, que está, que su cuerpo está disperso quién sabe cuántas cajas y en medio de cuántos otros restos de otras personas no identificadas. Hoy para mí es el día que espero entregarle su alma Dios, como se la he entregado por todos estos días.
Arcenia Oviedo, hermana de Lucy.
Y aunque se veía seria en sus fotos, Lucy fue descrita como una joven alegre, trabajadora y sobre todo soñadora, pues quería convertirse en abogada y sacar adelante y a lo más alto a sus dos hijos. «Quería el mundo», expresaron entre lágrimas y risas al recordarla.
Vivió muy rápido, imagínese a los 23 años tener dos hijos, tener hogar, ayudar a sostenerlo y terminar bachillerato. Eso era lo malo que hizo ella, estudiar casada y ver por sus hijos (…) esa es la supuesta guerrillera que dicen los periodistas (…) No fue guerrillera de ninguna parte, nosotros somos de Chaparral. Tolima, un pueblo de gente ilustre (…) Querìa tener un trabajo para poder ayudar a Jairo (su esposo) y para ella poder seguir estudiando derecho que era lo que le gusta, quería hacer una abogada ilustre también porque ella tiraba pero era grande, ya no era cosas pequeñas, y con dos hijos pues para tener esa tiene uno que aspirar a cosas muy grandes en la vida.
Aura Oviedo, hermana de Lucy.
Pero ellas y los que la conocieron por más tiempo son las únicas con recuerdos de Lucy, su hijo Rafael afirma que la conoció por medio de los relatos de sus tías, su padre y la familia:
gracias a toda mi familia yo tengo recuerdos de ella, pues de lo que me han contado sé que era una persona muy alegre, una persona que los animaba, una persona que le gustaba la música. Y poniéndome en los zapatos de sus hermanas, de sus padres y su esposo, mi padre, creo que fue una época muy difícil (…) lo natural es que pues se murió y vinimos la despedimos, cierto, y prácticamente inmediatamente, pero estamos dando una despedida 37 años después. Creo que a muchas personas en Colombia les pasa lo mismo, eso es parte de la violencia que ha pasado, pero bueno, aprendimos a vivir con eso, aprendimos a ir con los recuerdos y conozco a mi mamá por todas las historias que me han contado mis tías y papá.
Rafael Arias Oviedo, hijo de Lucy (Tenìa 18 meses en 1985).
«Misión cumplida, papás»
«Misión cumplida, papás», expresó en medio de la conmoción Damaris Oviedo, una de las hermanas de Lucy que rememoraba la búsqueda incansable de sus padres, una búsqueda que no termina, y en la que quedaron encargadas ella, sus hermanas y hermano, pues el paso del tiempo impidió que los más viejos estuvieran presentes en la entrega de su hija.
Y es que en Colombia, un país con miles de desaparecidos y desaparecidas, el tiempo se vuelve en contra y hace que la vida de las generaciones que sufrieron de primera mano el dolor de la ausencia de un ser querido se vayan apagando. Por medio de la vejez de los padres y madres víctimas del conflicto y hechos como los del holocausto del Palacio de Justicia, se evidencia un notable atraso en la justicia colombiana y aún más en la reparación de las y los afectados.
Las hermanas Oviedo Bonilla nos expresaron que creen que ellas tampoco alcanzarán a tener mayores hallazgos. Incluso resaltaron que Lucy se casó y tuvo a sus hijos muy joven porque sabía que su vida era corta, como si ningún minuto se pudiese desperdiciar.
En medio de la conmemoración del Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas de este 30 de agosto, se insiste en que de acuerdo al Informe Final de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, CEV, aún existen 120.000 desaparecidos y desaparecidas, y que muchos de ellos, como en el caso de Lucy sigue siendo un hallazgo incompleto.
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