Fotografía: Contagio Radio/Lina Gasca
Los asentamientos de viviendas en las principales ciudades del país, durante casi un siglo, han sido un núcleo de muchas problemáticas y conflictos que ha atravesado Colombia. El desplazamiento forzado, el desplazamiento por razones económicas y la búsqueda de una vivienda digna han hecho que miles de familias hayan tomado la decisión de construir sus residencias en la ruralidad y en zonas consideradas ilegales para habitar o de invasión.
En la ciudad de Bogotá existen más de 20.000 barrios con asentamientos dentro de sus 20 localidades. Ciudad Bolívar es la localidad que tiene más familias ubicadas en estos lugares, sectores como Altos de la Estancia, Villa Gloria o El Paraíso, albergan miles de hogares que habitan en zonas consideradas como invasión, las cuales han vivido desalojos y han quedado en situación de calle sin una respuesta sobre su futuro.
Fotografía Contagio Radio / Geraldine Guasca
También le puede interesar: «Las cuarentenas abiertas de América Latina»
Una historia de búsqueda, resistencia y dignidad:
En el año 1940, debido a la evolución industrial, se vivió un fenómeno migratorio nacional en búsqueda de mejores oportunidades hacia las principales ciudades del país, esto generó que las familias que llegaban principalmente a Bogotá, construyeran viviendas informales en zonas rurales cercanas a la capital.
La respuesta de las entidades gubernamentales fue desalojar estos espacios, para evitar el crecimiento de las problemáticas y el retorno a las ciudades de origen, pero esto no dio resultado. De la nueva población que habitaba en la ciudad más del 70% era migrante y, debido a esto, se crearon barrios como Las Colinas y Policarpa (1961), Juan XXIII (1962), Santa Rosa, Salvador Allende y El Quindío (1963), El Dorado (1964) y Atahualpa (1967) (Torres Carrillo, 2013).
Fotografía Contagio Radio / Lina Gasca
PAVA-GÓMEZ, A. J. y ESCALLÓN-GARTNER, C. (2019). “Planeación y gestión espontánea en Bogotá. Informalidad urbana, 1940-2019”. Bitácora Urbano Territorial, 30 (1): 75-89. https://doi. org/10.15446/bitacora.v30n1.82586
La legalización de estos asentamientos ha generado que muchas de estas familias desplazadas, migrantes y con falta de oportunidades en la ciudad sigan en búsqueda de las zonas rurales que están ubicadas en Bogotá para la creación de viviendas informales.
Bogotá, por ser la capital del país, es una gran receptora de mucha población que piensa que hay mayores oportunidades y beneficios, lo que genera la llegada de miles de personas. Sin embargo, la realidad es más chocante, puesto que uno de los mayores indicadores de la población que llega a la capital son desplazados de otras regiones por el conflicto armado interno, el cual ocasiona despojos de viviendas, amenazas, extorsiones, asesinatos y entre otros tipos de violencia que generan la llegada a estos asentamientos.
Según el Observatorio Distrital de Víctimas y el Centro de Memoria Paz y Reconciliación, no más durante el 2019, 347.294 víctimas del conflicto armado llegaron a la capital colombiana, donde 29.130 personas se ubicaron en la localidad de Ciudad Bolivar.
Jorge Ariza, líder social de víctimas en Ciudad Bolivar, víctima del conflicto armado y desplazado del sur de Tolima que llegó a Bogotá, aclara que las partes rurales-urbanas se han poblado de muchas personas que llegan de diferentes partes del país, desplazadas de su territorio de origen y en búsqueda de un desarrollo y una vivenda que cope las necesidades de las personas campesinas que llegan a los asentamientos, puesto que Ariza resalta que los apartamentos que se encuentran en la ciudad, no evidencia una solución para la mayoría de desplazados que vienen del campo.
<<En vez de decirnos en la ciudad: «usted tiene acceso a ese apartamento y tiene acceso a un empleo», es mejor que nos pregunten qué sabíamos hacer en el campo y qué sabemos desarrollar fuera de la ciudad>>
Jorge Ariza
En lugares como Altos de la Estancia, El paraíso o la vereda Los Cerezos, la lucha que se lleva a cabo está ligada a la reubicación o reorganización de las familias que allí se encuentran, debido a que los terrenos que se habitan son de alto riesgo por derrumbes y problemas en la calidad de los suelos.
También le puede interesar: Otra Mirada: Asentamientos ilegales, expresión de lucha urbana
Desalojos, una cuestión de Derechos Humanos
En el año 2020 hubo un gran revuelo por los desalojos que se presentaron en Altos de la Estancia, en la localidad de Ciudad Bolivar, en medio de una crisis sanitaria por la pandemia del COVID-19. En el desalojo que se presentó en el sector, se pudo evidenciar el uso desmedido de la fuerza por parte del ESMAD, donde sin remordimiento alguno, arremetieron a la población con gases lacrimógenos, bombas aturdidoras y pistolas de balines, hiriendo y afectando a todas las personas que residen en este asentamiento.
Los hogares que se ubican en el sector se crearon hace más de 8 años, sin embargo, debido a la coyuntura de la pandemia, varias personas vieron este lugar como una alternativa para construir su casa, que, según la edilesa de Ciudad Bolivar, Luceris Segura y la habitante de Altos de la Estancia, Yenny Camelo, en la zona, entre 300 y 400 personas han construido sus viviendas.
Los desalojos que se presentaron en Altos de la Estancia el 3 de mayo del 2020, se extendieron durante 12 días, creando temor en la población, afectaciones a las viviendas y traumas a los niños y niñas, como lo expresa Maria del Pilar Valbuena, quien reside en la zona hace más de 10 años.
<<En medio de los desalojos hubo maltratos. El ESMAD maltrató a varios niños, no les importó nada, como si nosotros fueramos criminales. Nosotros no somos así, somos humildes familias que vivimos acá porque no tenemos dónde vivir más. Necesitamos una ayuda del Gobierno, que se acuerden de nosotros, pero si no nos van a dar nada, nosotros tampoco estamos acosando que nos den casas nuevas ni nada, si no nos van a dar nada, entonces que nos dejen acá>>
Maria del Pilar Valbuena
Fotografía Contagio Radio / Lina Gasca
Debido a las intervenciones del ESMAD y por los gases lacrimógenos que fueron lanzados ese 3 de mayo de 2020, la hermana de Ysmael Pinto, llamada Victoria, se desmayó y cayó al piso por falta de óxigeno. Ysmael sin pensar en nada más que auxiliar a su hermana, intentó levantarla, pero debido al no cumplimiento de los protocolos de los agentes del ESMAD para lanzar los gases de manera parabólica, fue impactado por un proyectil en su cabeza, afectando el 30% de su frente.
Después de la primera operación, Ysmael manifiesta que son necesarios más procedimientos, tanto jurídicos como médicos para que su caso sea finalizado de manera correcta y no quede en la impunidad, una petición que no ha sido atendida por ninguna entidad gubernamental.
Ysmael y su familia son migrantes venezolanos y quienes representan la situación de muchas familias oriundas de Venezuela que vinieron buscando mejores oportunidades, sin embargo esta migración ha representado una gran cantidad de familias habitando en los asentamientos de Bogotá y otras ciudades, que como la familia de Ysmael, decidió construir una vivienda informal para sostenerse.
Las comunidades en estos lugares, actualmente, se encuentran a la espera de su reubicación (asignar una vivienda digna en otra parte de la ciudad) o de su reorganización (estudio y control del terreno en el cual habitan). Este último punto también estaría ligado a la legalización de los barrios que llevan mucho tiempo conformados o que solicitan un acompañamiento y proceso en búsqueda de la vivienda digna en estos espacios.
También le puede interesar: Gachancipá y Tocancipá en alerta por detenciones y agresiones en Paro Nacional