Desde que se conoció sobre la captura de alisas “Messi”, uno de los hombres importantes en la estructura de las llamadas Autodefensas Gaitanistas de Colombia, AGC, se ha hecho énfasis en su manera de operar y sus acciones relacionadas con el futbol.
Poco se habla del trasfondo de estas operaciones y las implicaciones que tiene para comunidades negras e indígenas que habitan la región del Bajo Atrato, situaciones que han sido ampliamente denunciadas por organizaciones de DDHH como la Comisión de Justicia y Paz.
La apropiación de hecho de tierras de comunidades negras por parte de las AGC en el Bajo Atrato
Una de las maneras de apropiación que estarían usando estas estructuras en el Bajo Atrato, tiene que ver con un control territorial casi que “integral” sobre la vida de los habitantes de estas zonas.
Es común ver que en territorios en los que reinaba la selva, la deforestación avanza aceleradamente, así como los cultivos de uso ilícito sobre los cuales tienen el control total, es decir, quién siembra, cuánto siembra, cuánto produce, y las rutas por las cuales se comercializará la pasta e incluso, el procesamiento.
Esta producción al estilo monocultivo, pareciera estar mutando a un tipo de tenencia de la tierra de tipo feudal. En algunos casos el comandante paramilitar asume tal control sobre la tierra, de tal manera que quien se oponga a los precios o a la manera de administrar sencillamente pierde su forma de sustento pues se convierte en enemigo del grupo.
A esto se suma que la compra de insumos, la mano de obra y varias de las partes del proceso son un endoso sobre la propiedad real de la tierra por parte de las comunidades negras. Es decir, se empeña la tierra pues la única posibilidad de sustento es la siembra de cultivos de uso ilícito. Vea también Campaña paramilitar de las AGC
Si una persona tiene una extensión de tierra debe asumir el proceso de producción establecido por el ejército de tipo paramilitar que funciona allí o vender la tierra, aunque ese sea un procedimiento que no está autorizado por la ley, pues sobre ellos rige la ley 70.
El control de las AGC sobre la vida de la comunidad
Denuncias reiteradas señalan que la inmersión de la vida tipo militar en la zona se ha dado por varias causas o con varios modos de operar. Por un lado, la cotidianidad en la interacción por la inacción de las fuerzas militares o ausencia del Estado de derecho, es tal que convivir con fuerzas de tipo paramilitar se convierte de amenaza en normalidad.
Así, los integrantes de las AGC establecen relaciones de pareja, con hijos, y con la posibilidad de acceder a los negocios de este ejército y todo tipo de beneficios como protección, casas de mejor calidad, dinero con un mayor flujo de circulación entre otros.
Así mismo, estableciendo familia podrían asegurar la tenencia de la tierra por parte de los integrantes del grupo paramilitar. Lea también: Amenazas de las AGC a líder comunitario Enrique Petro
Otra de las maneras de operar es que un comandante paramilitar tiene relaciones afectivas, muchas veces abusivas, obligadas y violatorias con niñas, jóvenes y mujeres de varias comunidades, en algunos casos esta posibilidad implica perder la propia familia a cambio de condiciones de vida típicas del narcotráfico (casas, seguridad, dinero etc.).
Un jefe paramilitar tiene parejas niñas de 13, 14 o 15 años en varias comunidades al tiempo y con la “aprobación social” que es obligada por un control de tipo militar a través de las armas y los negocios.
El fútbol, alias “Messi” y el neo paramilitarismo de las AGC
En este mismo orden de ideas, denuncias de las comunidades afirman que la única posibilidad de cumplir aspiraciones relacionadas con el llamado “progreso” es la que brinda la relación estrecha y de “confianza” con los jefes paramilitares.
Así las cosas, un jugador de fútbol que demuestre su talento ante los jefes paramilitares abre opciones de salida hacia equipos de tercera, segunda o primera división.
En otros casos la posibilidad de patrocinar negocios para mujeres solteras en las ciudades del Urabá, como Apartadó, Turbo o Chigorodó es otra de las formas de control económico que se ejerce sobre las personas.
Este control de negocios de abastos, transporte, venta de gasolina, venta de madera en manos de personas de comunidades con el patrocinio de los dineros del narcotráfico facilita y garantiza el abastecimiento de las estructuras armadas al interior de los territorios.
El caso de “Messi” y los asuntos que han sido publicados no se puede sostener sin una estructura armada que se relaciona íntimamente con las comunidades negras o indígenas y ejerce sobre ellas un control social, político y económico.
Reclutamiento forzado de niños y jóvenes para las AGC
No puede quedar atrás el asunto del reclutamiento forzado de personas, niños jóvenes y adolescentes. Esta práctica se da de varias maneras. Una de ellas el contrato para trabajar como “puntos” o informantes que luego fácilmente pasan a hacer parte de las estructuras militares.
El reclutamiento directo como escoltas de los comandantes o el reclutamiento por la vía del parentesco, finalmente, las familias que han vivido en la región o las que se han formado con integrantes de comunidades y de la estructura militar se deben cierto nivel de “lealtad”.
¿Y las FFMM qué?
A pesar de las denuncias sobre esta presencia y control territorial casi absoluto en territorios de extensión considerable no se han reportado combates, enfrentamientos o copamientos de territorios por parte del ejército.
Por el contrario las denuncias se agudizan en torno a la construcción y funcionamiento de pistas de aterrizaje clandestinas a pocos kilómetros de bases militares, incluso binacionales.
El tráfico de personas por la frontera terrestre con Panamá o la ruta del narcotráfico por el puerto de Turbo funcionan aún cuando la presencia de la armada y del ejército es tan nutrida es estas zonas gracias a la presencia de la también conocida Brigada XVII.
En este sentido un accionar conjunto o por lo menos la omisión por parte de las FFMM es evidente.
Las AGC, el Urabá y la política
Con su fuerte presencia, en donde se han consolidado después del Acuerdo de Paz con las FARC, controlan, en porcentaje importante la vida política en la región, ya se dijo del apoyo a campañas políticas por parte de alias “Messi”.
Pero la cuestión va más allá de un apoyo económico, se trata de las decisiones que se toman en la región y que estén o no en desacuerdo con su accionar.
Luego de los acercamientos logrados para alcanzar un acuerdo de entrega y desmovilización en 2016 y 2017 que terminaron sin resultado favorable, dada la oposición de la fiscalía, varios analistas señalan que esta estructura ha tenido dos aristas.
Una, con la que se había dialogado y que apostaba a un acuerdo de desmovilización y otra que está enfocada en mantener el control de los negocios que han asumido durante este tiempo.
Sobre esta segunda facción se teme que estén promocionando un accionar violento sobre sectores progresistas del país y que han llegado a la región. Ver Denuncias de la Comisión de Justicia y Paz sobre el control territorial de las AGC
Recientemente se denunció que las AGC tendrían la orden de atentar contra líderes políticos como Gustavo Petro. Incluso se ha llegado a hablar de la posible participación de congresistas en este tipo de presiones a las AGC.