Esta es la segunda crónica sobre los actos que se realizaron en la vigésima sexta conmemoración de la Operación Génesis, entre el 24 y el 26 de febrero; primero en Turbo, Antioquia, y luego en la Zona Humanitaria Nueva Esperanza en Dios, Chocó. Estas dos crónicas recogen los sentimientos y las memorias de las/los campesinos y las/los líderes comunitarios, que la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz ha acompañado a la largo de estos años.
Por Carolina Toro Leyva, Contagio Radio
Zona Humanitaria Nueva Esperanza en Dios. Aúnno clarea; todos están muy afanados, alguien del equipo no llega. Después de 15 minutos, finalmente estamos tod@s. Nos dirigimos al puerto de Turbo (el wafle) dispuestos a embarcarnos en las pangas (chalupas) e iniciar la travesía. De a poco, la noche es tan solo un recuerdo. Tomó un tinto oscuro y espero. Ya nos toca el turno de abordar nuestro transporte por el mar hasta el río Atrato. “Hay que meter todo en bolsas, esto salpica un poquito”, me dicen.
Yo hago caso. El oleaje no está fuerte, pero aún así una tras otra las olas nos bañan. Los ojos me arden un poco. Todos nos miramos y reímos. Estamos empapados. Llegamos al río y a medida que avanzamos se vuelve más estrecho, menos navegable. Debemos bajar la velocidad. El río está bastante seco por el verano que se vive por estos días en Cacarica.
Llegamos. Hay una especie de campamento improvisado, empezamos a bajar las maletas y a acomodarlas en un tractor que la comunidad puso a nuestra disposición. Yo corro con suerte, me dejan irme en él; así que me ahorra la caminada de casi dos horas que otros de mis compañeros hacen. Al llegar, yo recojo las maletas junto con otras personas que corrieron la misma suerte.
Nos recibe un extenso terreno con casas de madera, varias mujeres están en la cocina comunitaria preparando el almuerzo para recibir a los visitantes. Son unas ‘berracas’; pienso; yo les cocino a mis tres hijos y quedo exhausta. Me dicen donde ubicar mi carpa. En un momento la tengo lista.
A la mañana siguiente, muy tempranito, los organizadores del X Festival de las Memorias convocan a la comunidad y a los visitantes a participar del espacio que se dividió en dos momentos. Primero, un conversatorio sobre el panorama de la región y las necesidades que tiene la comunidad, 26 años después del desplazamiento masivo del que fue víctima tras dos operaciones armadas que se realizaron en simultáneo: la Operación Génesis, bajo el mando del general Rito Alejo del Río de la Brigada XVII del Ejército Nacional, y la Operación Cacarica de las Autodefensas Unidas de Colombia.
Fotos: Sara Bonoldi, Contagio Radio
En este espacio participaron víctimas que retornaron al territorio hace más de 20 años, excombatientes de la extinta guerrilla de las FARC, expolíticos condenados por parapolítica, excontratistas con vínculos con las AUC, defensores de derechos humanos, autoridades indígenas, comunidades afros, y la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz. Las comunidades aledañas que participaron hicieron una pequeña presentación del camino que han recorrido por la memoria transformadora, el derecho restaurador, y el impulso a las garantías de no repetición durante estos años.
El segundo momento, que se dio en la tarde, se dividió al grupo por mesas de trabajo para abordar los temas de la propuesta de reparación colectiva que la Comunidad de Autodeterminación, Vida, Dignidad del Cacarica (CAVIDA) y la Asociación de Familias Desplazadas por la Violencia de Río Sucio, Chocó (CLAMORES), presentarán al Gobierno el próximo 21 de marzo a las 9 am, cuando este haga presencia en su territorio.
Es hecho ocurrirá en el marco del cumplimiento al fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que ordena al Estado colombiano asumir su responsabilidad y realizar un acto público de perdón por los hechos ocurridos hace 26 años en la operación génesis. Participará la Vicepresidencia de la República, la Cancillería de la República y el Ministerio del Interior. También se estima poder contar con la presencia de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz y un gabinete ministerial pertinente a las peticiones.
“Creemos que, si se llegara a cumplir lo que hemos plasmado en este documento, se podrían satisfacer la mayoría de las necesidades del pueblo negro y en resistencia de Cacarica”, expresó Jhon Jairo Mena, líder de la Organización CAVIDA.
Al caer la noche se hace una cena de compartir para intercambiar experiencias con todos los asistentes al evento, y los niños hacen una danza para recordar sus principios y la importancia de mantener la memoria como un hecho transformante. Varias personas entonaron canciones.
Recordando la historia
En 1999, el Incora le adjudicó formalmente al Consejo Comunitario de Cacarica, 103.024 hectáreas, dentro del área de manejo especial del Darién. En febrero de 1999 los retornantes conformaron las Comunidades de Autodeterminación Vida y Dignidad, CAVIDA, y crearon las Zonas Humanitarias: Nueva Esperanza en Dios y Nueva Vida. En 2000 y tras cuatro años de estar viviendo en situación de desplazamiento en el Coliseo Bruno Martínez, de Turbo, Antioquia, la comunidad se organizó y decidió regresar al Cacarica.
Como lo ha descrito la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, se trató de un proceso largo y lleno de nuevas tensiones con los actores armados que continuaban allí. Con múltiples situaciones de retenes ilegales por parte de paramilitares en inmediaciones al Cacarica, durante el 2001. Durante este tiempo se han presentado algunos incidentes como intimidaciones y seguimientos.
La población vive con muchas necesidades. No hay agua potable, el suministro de energía eléctrica funciona, pero aún no está formalizado. La escuela solo ofrece los grados de la básica primaria, está visiblemente deteriorada y las vías de acceso se reducen a un río que en tiempos de verano es innavegable y solo queda caminar por la trocha durante dos horas o bueno ir en tractor como lo hice yo. El puesto de salud más cercano queda en Turbo, a 6 horas de distancia por vía fluvial.
La Comunidad de Cacarica funciona por comités, tienen un reglamento interno donde se plasman las normas de convivencia al interior de la zona humanitaria. Se deja en claro que donde esté la población civil no puede haber presencia de ningún actor armado. “Algunos no lo entienden y nos ven como enemigos, pero nosotros solo pedimos que nuestra decisión se respete, no queremos estar involucrados en la guerra. La guerra ya la vivimos y no la queremos volver a vivir”, dice una de las mujeres líderes de CAVIDA.
La población que ha retornado a la zona humanitaria dice que los grupos armados ilegales continúan rondando el lugar, no ingresan a la zona humanitaria pero cuando las personas deben ir a ver sus parcelas de cultivos, por fuera de los límites humanitarios, lo hacen en grupo como mecanismo de autoprotección. Cualquier cacariqueño puede vivir en la zona humanitaria, pero se somete a un periodo de prueba por tres meses en el cual la junta de CAVIDA observa su comportamiento, luego de este tiempo se realiza una asamblea en donde se toma la decisión si la persona puede quedarse de manera permanente o si debe irse para mantener la paz en el territorio.
La verdad, libertad, justicia, solidaridad, fraternidad.
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