Fotografía: momento del encuentro (creditos: Erika Coronado)
La semana pasada, desde el día 28 hasta el día 30 de septiembre, se desarrolló en el departamento de la Guajira el VIII Encuentro de Memorias organizado por la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz y por la organización Somos Génesis.
Este evento se configura como un espacio donde se favorece el intercambio de experiencias, el diálogo, y el compartir de propuestas de paz restaurativa entre personas afectadas por el conflicto procedentes de distintas partes del país y responsables de distintos frentes armados. Es un espacio donde se apuesta a la paz hablando de las memorias, buscando la no repetición, buscando sanar las heridas, proteger la vida y el medio ambiente desde una perspectiva territorial.
Este enfoque está respaldado por la presencia de la red Somos Génesis, asociación que se compone por más de 170 organizaciones y pueblos campesinos, afros, indígenas y mestizos, que trabajan desde su territorio en la construcción de paz.
El VIII Encuentro de Memorias tiene como objetivo dar continuidad a un proceso que se viene impulsando y realizando en diversos territorios del país desde hace más de dos años; hasta ahora se han realizado encuentros en los departamentos del Cauca, Choco, Putumayo, Valle del Cauca, Meta, Antioquia, Bogotá y otros lugares.
En esta ocasión el segundo fin de la celebración era realizar un ejercicio de memoria colectiva alrededor de los hechos violentos ocurridos hace 20 años y que afectaron a la comunidad Wiwa, que recién entra a formar parte de la familia Somos Génesis. Este episodio se conoce como la Masacre de El Limón, una masacre muy poco documentada y muy poco investigada judicialmente, generando el riesgo de impunidad y de olvido.
Todo el evento ha sido acompasado por rituales tradicionales de este pueblo, pasando de la playa y del barrio Abowimake – donde todavía viven miembros de la comunidad desplazados después de la masacre – en Riohacha, en el día de apertura durante el cual también participó el Alto Comisionado por la Paz Danilo Rueda, a un lugar más retirado, en la Sierra Nevada.
En esta zona, muy cerca de donde se cometió la masacre, están viviendo otras familias Wiwas que decidieron retornar a la Sierra a pesar del miedo sufrido. Allá se hospedó lo restante del encuentro, acompañado por una copiosa lluvia, para ellos señal de buen auspicio, bendición.
Se escucharon testimonios, historias personales muy fuertes contadas con mucha dignidad y en un ambiente en el cual se podía respirar la empatía y el compromiso a la escucha, se compartieron experiencias, ideas para construir un futuro distinto, propuestas para la reconciliación, para fortalecer los procesos de memoria, para que no haya repetición, para que haya justicia restauradora y las victimas puedan sanarse a través del perdón de las graves violaciones de derechos humanos que padecieron.
La importancia de estos encuentros está en la potencia del espacio que se conforma y de las voces que lo llenan, capaces entre otras cosas de donar fuerza a quien está sufriendo la misma violencia, compartiendo saberes, conocimientos, esperanzas, porque es a partir de la comunión que se sientan las bases para una paz verdadera y duradera.
Como recordó la Abuela de la comunidad al dar la bienvenida: «Somos negros, blancos, indios, pero tenemos la misma sangre, y lo que yo pienso es que aquí todos son mis hermanos».
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