Así luce el Cristo Mutilado, icono de la Masacre de Bojayá que hoy recorre la calles del corregimiento de Bellavista. Fotografía CEV.
El 2 de mayo de 2002, una imagen de Jesús era testigo de una de las masacres más dolorosas de la historia colombiana. Se trata de la Masacre de Bojayá, que tuvo epicentro en ese municipio chocoano, específicamente en una iglesia católica del corregimiento de Bellavista.
El ícono de este hecho padeció el accionar armado y ahora también es testigo de los anhelos de paz de las víctimas, que hace 20 años se refugiaron junto a él y fueron asesinadas por la explosión de un cilindro bomba que contenía metralla, y que según las cifras oficiales dejó a 79 víctimas letales, 100 personas heridas y miles de desplazados.
De acuerdo al Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá, el número de asesinados supera las 90 personas, pues en el registro oficial no contemplaron a los bebés que aún no nacían, ni a las personas que fallecieron despúes del accionar de las FARC y las AUC.
Hoy esa imagen recibe el nombre del Cristo Mutilado, y recorre nuevamente las calles de Bojayá en medio de la conmemoración de las dos décadas desde que aconteció la masacre.
No repetición, el anhelo de las víctimas de la Masacre de Bojayá
En la mañana de este lunes se realizó una peregrinación desde Bellavista Nuevo, un lugar dado como forma de reparación, que finalizó en Bellavista Viejo, en donde fue perpetrada la masacre. Con una eucaristía presidida por monseñor Darío de Jesús Monsalve, en la que participaron víctimas, organizaciones, entes especiales e internacionales, rememoraron a cada hombre, mujer y a los 48 menores edad asesinados.
En el evento también participaron Las Alabadoras, un grupo de mujeres que por medio de sus voces han expresado el dolor de la muerte y reclaman que los armados cesen las hostilidades, donde las principales víctimas son las comunidades inocentes.
«La cultura es un valor espiritual que no debe morir ante esa amenaza de exterminio de las comunidades étnicas en Colombia (…) Por más situaciones difíciles que vivamos, ningún ser humano debe aceptar que se pueda vivir de eso que daña a los demás (…) Estamos llamados a creer en el proceso organizativo, debemos creer en la importancia de la resistencia del pueblo ante los actores armados», fueron algunas de las reflexiones del encuentro religioso que invitó a mantener la fe y fortaleza, pese al abandono estatal, y a construir Paz en medio de la presencia armada.
En horas de la tarde se llevó a cabo el Foro de las Víctimas de Choco, en el que participaron las comunidades, organizaciones internacionales y defensores de DD.HH. “Ustedes las víctimas que han sobrevivido a este crimen de hace 20 años, y sus consecuencias, y los que sufren en este departamento y en el país entero, merecen una acción más decidida. Hoy la oficina (Oficina del Alto Comisionado de la ONU) insta nuevamente al Estado colombiano a actuar bajo los estándares internacionales en materia de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición”, señaló la representante de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Juliette de Rivero.
La representante de la ONU en Colombia, también expresó que actualmente “está en peligro la pervivencia física y cultural de los pueblos indígenas y afrodescendientes, se vulneran gravemente lo derechos económicos, sociales y culturales, y la seguridad alimentaria de esta población”.
Las víctimas siguen exigiendo la verdad completa sobre lo que aconteció hace dos décadas y denunciaron que en el departamento del Chocó, los armados siguen vulnerando sus derechos.
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